Me pareció interesantísima la concepción del ser que pensó Aristòteles. Materia y forma que componen sustancia única en su modelo. Por supuesto que se diferencia totalmente de la de Platón, donde todos seríamos fracasadas imitaciones de un ideal que vive en otro mundo. Creo que pensar que somos seres originales en nuestro rubro y que con ello podemos hacer lo que quisiéramos nos da una libertad que no nos daba la teoría platónica.
En mi opinión implica que cada uno cumple una misión que nadie puede suplantar de igual manera. El tener esa metafísica dentro de nosotros mismos, esa naturaleza única en nuestro ser, nos da la seguridad que cada cosa que hacemos, cada pensamiento que vuela por nuestra mente y cada situación que interpretamos de ninguna forma resultará igual que vivida por otra persona. Nos limita en las metas que podamos tener, sabiendo, por ejemplo, que el éxito que podamos alcanzar y el fracaso en el que podamos caer corresponde a la naturaleza de nosotros mismos si es que hicimos lo mejor que pudimos para lograrlo.
Nos alienta a buscar nuestra verdadera personalidad y vía, a hacer lo que necesitemos para ser felices sin darle importancia a ideales impuestos y a valorarnos por lo que somos y no por la medida en que llegamos a nuestros objetivos. Creo que es también importante el hecho de no caer en extremos. Es decir, no por valernos de nuestra autenticidad vamos a pensar que si tenemos vagancia para todo es normal porque nuestro cuerpo lo dicta así. Pienso que de esta forma estaríamos desperdiciando nuestro único potencial, el que debería dictar nuestros términos de felicidad y de vivencias.
Asegura que la conjunción de vivencias, de genes y de influencias en cada ser humano es totalmente diferente, algo que no nos es nuevo pero que si nos ponemos a pensar no estaríamos todo el tiempo buscando similitudes innecesarias con otros.
La sustancia en la que residimos sería la única en el Universo y respondería a una determinada misión para cumplir con el orden perfecto que parece regirnos.
Rocío.
